sábado, 23 de junio de 2007

Programa III: Democracia Real y Transparencia


Lo que queda de la democracia en España es la idea, para nada los hechos. La partitocracia ha sustituido al pueblo en las decisiones políticas. Los electores solo tienen derecho a votar lo que se les presenta, y cuando tratan de organizar alguna alternativa a los partidos políticos existentes, todo son dificultades.

En Ciutadans lo comprobamos en propia carne en las elecciones al parlament, TV3, la cadena pública catalana ignoró por completo nuestra oferta política; en Avui, Ciutadans apareció por primera vez en una primera página con motivo de su crisis (Avui casi es un diario público por las subvenciones que recibe), lo mismo ocurre con los periódicos de internet, o con los del grupo Sopena. Con los afines al PP, como la COPE o El Mundo, mientras se vio que se podían quitar votos al PSC se apoyó la opción, más tarde ni siquiera una mención.

Pero también está el tema de la organización política de los partidos, solo reciben subvenciones los que obtienen representación política, es como los créditos de los bancos, que solo son concedidos a los que tienen dinero. Así la endogamia que se vive en la política española es permanente, siempre los mismos, que se van alternando en los respectivos gobiernos.

La democracia real, debe aproximarse cada día más a la democracia directa, las decisiones no pueden ser tomadas por los partidos políticos, sino por los ciudadanos. Los representantes de los partidos políticos tienen un poder delegado, no un poder propio, y son los ciudadanos los que deben restringir la capacidad de maniobra de los partidos políticos sobre sus vidas.

La democracia no se ha expandido a nivel de la sociedad, porque a los partidos políticos no les ha interesado, y a los ciudadanos, tampoco. Pero hoy en día se hace necesario un cambio de planteamiento radical.

La participación de los ciudadanos en la política no se puede restringir exclusivamente a la acción de acudir a las urnas y votar entre las alternativas que se les ofrecen; el cambio en el estado de la cuestión debe provenir de una alternativa política que realmente respete las reglas del juego, transparente, eficaz, contrastada.

La democracia que vivimos en España es una “democracia bonsái”, que cabe en un tiesto, de mínimos, y los ciudadanos debemos aspirar al máximo posible dentro del proceso deliberativo y representativo. Hace falta un proceso de limpieza absoluta de los vicios adquiridos durante la transición, en el reparto de poder que más que beneficiar a los ciudadanos, les acaba perjudicando.

Los políticos son unos empleados contratados por la ciudadanía , y la única forma que hay de controlar sus actividades, es por medio de la exigencia de cumplimiento de los principios democráticos. El político al que se le demuestre que ha transgredido un comportamiento nítidamente democrático, debe ser excluido de la representación política de forma inmediata. Eso ha ocurrido, precisamente, con los dirigentes actuales de Ciutadans


Ciudadano Ubú
Uno más de la corriente zanahoria