sábado, 23 de junio de 2007

Programa I: Erradicación del sectarismo


Nuestro país, que sigue siendo España, tiene un problema fundamental que le impide alcanzar un futuro homogéneo con las demás naciones avanzadas del continente europeo: los sectarismos.

Sí, los sectarismos son la razón del retraso político y económico que sufrimos los españoles, con respecto a nuestros vecinos del norte. Los sectarismos son la raíz de todos los males que nos acucian.

¿Qué son los sectarismos?, pues no son otra cosa que las agrupaciones de individuos organizadas en relación a un objetivo concreto y propio, contra el resto de la población, para obtener beneficios, ventajas o prebendas, para presionar a los demás, para eludir las reglas del juego, o para hacer caciquismos, nepotismos y otras corrupciones. No hay sectarismo bueno, todos son malos.

¿Qué sectarismos son los más perjudiciales para los ciudadanos?, hay diversas modalidades que pasamos a describir a continuación:

Sectarismos patrióticos: consisten precisamente en hacer rentables las banderas, las naciones, la opresión de los pueblos. Los nacionalismos de cualquier tipo son sectarismo patrióticos. Hay mucha gente que vive de su existencia: los “nacioneros”, que obtienen pingues beneficios de su victimismo derivado de una supuesta injusticia ejercida por los otros.

Se trata de rentabilizar la idea de que ellos son los únicos que pueden defender los “auténticos valores” de un lugar determinado, para lo que se dedican a inventar una iconografía particular, una mitología determinada, y una cultura amenazada por otros. El terrorismo de ETA, los planteamientos independentistas de ANV-Batasuna y ERC, BNG, o los planteamientos rentistas de EA, PNV, CIU, CC, PRC, etc.

Sectarismos políticos: más conocidos entre nosotros, por ejemplo el del PSC o el PSOE, que allá donde gobiernan lo primero que hacen es colocar a su particular legión de compañeros, con lo que van afianzando su poder en la sociedad. Su lema es “a quién tenemos para este puesto”, “llama a fulano”, lo que evita que el país pueda ir hacia delante, porque quienes lo dirigen no son los mejores, sino los más enchufados y habitualmente los más torpes.

En el PP los sectarismos toman cursos tradicionales, por ejemplo la enseñanza es un tema que les encanta, religión para todos, para implantar unos determinados valores en la sociedad, nacionalismo español como si los únicos españoles fueran ellos, y la preeminencia de los valores tradicionales de respeto a lo existente, y no a lo que ha de existir. Son movimientos conservadores que comprenden, cualquier cambio como negativo. El tic autoritario les lastra para alcanzar el futuro.

Sectarismos lingüísticos: esencialmente existentes en Cataluña, Valencia, Galicia, Euskadi. Laminación de la cultura española en castellano, como simbolismo de independencia cultural. La sumisión lingüística del castellano en Cataluña, se hace precisamente porque hay muchísimos nacionalistas que viven del catalán, que utilizan como ascensor social, antes que de su profesión u oficio, sea la que sea.

Las principales víctimas de esta cruel actividad son los más pequeños, tratados como instrumentos para la expansión de la nación inventada por parte de los nacionalismos, que prefieren antes un enfrentamiento con la cultura original de los progenitores por parte de los niños, y las consecuentes desavenencias y conflictos familiares, que cesar en su ánimo imperialista. La tiranía de la imposición del lenguaje sobre los más pequeños, es algo que el tiempo juzgará como un "culturicidio".

Sectarismos económicos: hay un singular entramado de empresarios alrededor del inmenso pesebre político, que viven a expensas de la obra que les conceden los distintos gobiernos, con un intercambio de favores mutuos que asemeja un espectáculo circense, los empresarios hacen negocio y los políticos también, fundamentalmente colocando en las empresas pesebreras a los suyos y obteniendo beneficios de otras diversas formas.

Las grandes empresas, multinacionales, se benefician también de los acuerdos políticos estableciendo sus redes correspondientes en este sistema totalitario que vivimos.

Sectarismos informativos: no hay informador independiente en este país, todos sirven a unos determinados intereses, y de ahí se establecen una suerte de intercambios que benefician a políticos y medios de comunicación. Si yo informo de lo que tu quieres, tu me subvencionas lo que yo quiero.

Sectarismos culturales: cada gobierno que llega al poder, impone su cultura, y arrasa con todo lo que han hecho los anteriores, en un nihilismo depredador que termina convirtiéndose en una excelente representación teatral de los valores al uso y moda que correspondan. La cultura es acumulativa, así llevamos años sin prosperar en este asunto, porque quien hoy crea para sí mismo, lo hace destruyendo lo que han creado sus adversarios.

Sectarismo jurídicos: es hora de que Montesquieu sea respetado, la injerencia política en los sistemas jurídicos está pervirtiendo los procesos relacionados con la justicia en este país. Los principales cargos jurídico del país deberían ser elegidos democráticamente, y no por los intereses que correspondan al gobierno de turno-

Sectarismos sociales: aquí se ven diversas acciones que tienen como único interés la mejoría de las circunstancias vitales de las personas afines que trabajan en determinadas áreas, por ejemplo, la asignatura de educación para la ciudadanía pretende desplazar a la religión del sistema educativo, más para colocar a una serie de compañeros que esperan futuro, que para cambiar la sociedad.

Al igual que ocurre con la ley de paridad, la ley de violencia de género, la ley de dependencia y otras muchas de reciente creación, que buscan nuevos nichos laborales desde la presunción ideológica de la igualdad necesaria, que lo único que pretende es conceder trabajos a los que han mostrado más fidelidad a los regímenes correspondientes.

Los poderes fácticos que provienen de la época del franquismo son otras importantes fuerzas sectarias alrededor de la religión, la educación, los medios de comunicación, las asociaciones profesionales, y otros grupos de interés que también funcionan de forma sectaria.

Ciudadano Ubú, propone la erradicación de todos los sectarismos, considerándolos la principal barrera para que los ciudadanos de este país puedan vivir mejor. Mientras haya sectarismos, España no alcanzará la modernidad que necesita.

Contra los sectarismos que aglutinan a los detentadores del poder y sus beneficios, y que solo permiten una determinada posición absolutista y totalitaria ante la realidad, los ciudadanos solo tenemos el antídoto del relativismo. Es necesario llevar al poder el transversalismo existente en la ciudadanía, impregnado de realismo, con los problemas que presenta la gente y no los que inventan los políticos para seguir viviendo del cuento.

La corriente zanahoria se declara antisectaria, y tratará de imponer sus presupuestos en este sentido en el próximo congreso de nuestro partido político. Si realmente queremos ser un partido de ciudadanos, lo primero que tenemos que hacer es eliminar el sectarismo de nuestro partido político, para después continuar erradicando los sectarismos de la sociedad española, que son precisamente los que impiden el progreso y el bienestar de todos los ciudadanos.

Ciudadano Ubú
Uno más de la corriente zanahoria