Sin libertad, no es posible la democracia, ni la justicia, nuestro ideario debe asumir este concepto como inicial y prioritario. La lucha contra los dogmatismos es imprescindible en un mundo occidental que se hace más indeterminado en sus valores, a medida que otras alternativas se determinan cada vez más hacia el fanatismo.
La libertad debe ser algo parecido a un clima, un medio ambiente que permita el desarrollo sostenible de la democracia y la justicia. El ámbito de mi libertad llega hasta el máximo de libertad posible del ciudadano que sea y se sienta más libre en la sociedad en la que vivo, y la defensa de la libertad, debe hacerse en complicidad con los ciudadanos que sean o se sientan menos libres, (que es donde concluye el ámbito de mi libertad, en los más oprimidos).
Siempre que no hayan vulnerado o vulneren los criterios de la justicia o la democracia, es necesario elevar el nivel de libertad de nuestra sociedad hasta el máximo posible. El terrorismo, por ejemplo, no forma parte de la libertad, sino de la opresión, porque atenta contra la democracia y la justicia en la que viven la inmensa mayoría.
Ambos comparten la imposición de un sistema de creencias y valores dogmático, contra la decisión relativa y compartida de la inmensa mayoría de ciudadanos. La libertad, es el antídoto de los delirios de los iluminados, que buscan la trascendencia de sus pretensiones contra democracia, razón y sentido común, imponiendo sus creencias a los demás contra su voluntad
Ciudadano Ubú