Noviembre de 2006, el movimiento político impulsado por 15 intelectuales, Ciutadans - Partido de la Ciudadanía, alcanza representación en el Parlament de Cataluña. Albert Rivera, Antonio Robles y José Domingo son elegidos diputados. Toma 3 TV3. Su propuesta ideológica parte de la lucha contra el nacionalismo, y la recuperación de la ética en la vida política.
Mayo de 2007, el presidente del partido Albert Rivera y el secretario general, Antonio Robles, son denunciados públicamente por algunos militantes del partido, por ejercer desde la dirección una práctica política que ha vulnerado los principios democráticos en la organización del partido y en la configuración de las listas electorales, incluyendo gente de otros partidos políticos como CIU, PP y PSC.
Por confeccionar candidaturas según sus propios intereses y los de sus respectivos clanes, por mentir a la prensa y a los militantes, por expulsar inicuamente a los disidentes, por organizar el próximo congreso a la medida de sus intereses de perpetuación personal, y por último, por presentar un estrepitoso fracaso electoral en las elecciones del 27 de Mayo, obteniendo 13 concejales en toda Cataluña, y de ellos 5 en un pueblecito de Lérida, Gimenells, adscritos a su alcalde, que anteriormente lo había sido por el PP.
Junio de 2007, comienzan los abandonos del partido, numerosos militantes se dan de baja diciendo adios discretamente el proyecto, otros lo hacen denunciando públicamente la situación de degeneración que se vive en el partido; surgen diversos manifiestos de denuncia de la precaria situación y el clima mezquino que se vive en el partido. Los máximos dirigentes se mantienen adheridos a sus puestos sin que nadie sea capaz de derrocarles, ni de mostrar definitivamente la perversión política con que han actuado en el partido.
¿Quo vadis Ciutadans?
Poco queda ya del proyecto inicial de este partido político, de la ilusión de sus militantes, de la lucha por la existencia contra todos los que se oponían, del apoyo de los que creyeron en nosotros, de la esperanza de cambiar los hábitos corruptos de la política española.
En su lugar tenemos grupos organizados de forma sectaria que defienden su parcela compartida de poder con otros que ideológicamente contrarios hacen lo propio con las suyas. Ciutadans se ha convertido en una empresa política con intereses espurios, que no era precisamente el sueño de los que acudieron a su alumbramiento. Nuestro partido no se parece en nada a lo que fue.
En menos de seis meses ha mutado y se ha convertido por obra y gracia de Albert Rivera, Antonio Robles y el comité ejecutivo (este último destituido por el consejo general sin acatar la decisión), a lo que se añade la incapacidad de los más radicales y la connivencia de los más afines del consejo general, en lo que actualmente es, una parodia de partido político, una pantomima delustrada, un partido guiñol.
Ciutadans agoniza y al variopinto ejército de salvación se le ha ocurrido la genial idea de presentar un manifiesto por la regeneración democrática que han firmado notables del partido, e incluso algún suspendido de militancia, de una contundencia crítica tan extrema, que ha permitido que el propio presidente Albert Rivera, se adhiera al mismo.
Hacen un manifiesto para denunciar la gestión presidencial y lo hacen tan tibio y comedido, después de innumerables reuniones, borradores y rectificaciones, que al final queda una declaración angelical de buenas intenciones, de vamos a mejorar en lo posible, y seguiremos adelante como sea.
¿Pero no hay otra alternativa a Ciutadans que el riverismo, el roblismo, y el regeneracionismo light y minimalista?.
La alternativa de Ciudadano Ubú
Pues sí, queridos compañeros expulsados del partido; sí, amigos y simpatizantes que me escribís al correo electrónico mostrando vuestro apoyo; sí, compañeros que os habéis alejado del partido porque vuestra honestidad os impide seguir adelante con esta comedia trágica; sí, luchadores que os habéis manifestado públicamente contra la estafa política; sí, votantes de Ciutadans, que creéis en la necesidad de un partido limpio, transparente, sin chanchullos, ni corruptelas.
Claro que hay otra alternativa, la de Ciudadano Ubú, un anónimo personaje que trata de representarnos a todos en nuestra frustración con Ciutadans, mezcla de Pelo de Zanahoria y Robin Hood postmoderno; es la voz de los disidentes eternos que no renuncian a seguir defendiendo sus valores por encima de cualquier cosa, de los que creen en un futuro mejor que el existente porque no han perdido del todo su inocencia, de los que permanecen callados porque piensan que no merece la pena decir nada, de los que están dolidos con lo que ha ocurrido, y de los admiradores de la genialidad boadellista.
Albert Boadella es la clave del futuro de Ciutadans, mucho más que los 14 intelectuales que le acompañaron en el proyecto, y de los cuales cuatro ya se han apartado de él públicamente, por una sencilla razón: tras una vida dedicada al teatro y la disidencia contra la memez (que grande aquel rechazo del premio Boira mandando a la mierda al alcalde que se lo había concedido), se puede seguir creyendo en él y eso, no se puede decir de muchas personas.
Contra la estupidez franquista, contra el dogmatismo religioso, contra el sectarismo nacionalista, contra la corrupción económica, contra la impotencia de los ciudadanos por cambiar realmente las cosas en la política, hay una voz que se lleva alzando más de cuarenta años, sin haber conseguido su objetivo platónico: liberar a los ciudadanos cautivos por la política, atrapados en la asunción limitada a la oferta existente. Nunca ha cedido, ni ahora lo va a hacer.
Por encima de Ciutadans, está Boadella. Apelo a él, lo llevo haciendo desde hace meses con guiños al teatro del absurdo y tratando de emular su fina ironía, sin conseguirlo. Somos muchos los que estamos en este proyecto porque creímos en él, y que ahora nos sentimos decepcionados ante su silencio: habla Boadella, di lo que piensas.
Boadella debe manifestar quien puede representar realmente su sueño y quien no puede hacerlo, los militantes de Ciutadans debemos escucharle, y después decidir lo mejor para nuestro partido; Ciutadans ha sido su inolvidable montaje teatral, llevando la vida al teatro y el teatro a la vida, en una obra singular, un performance de actores noveles representando el Rey Lear en el escenario más cochambroso de los posibles: la política española.
Hay mucha gente en este partido que se conformaría con una mano de pintura democrática, pero algunos sabemos que con eso no es suficiente, como supimos y denunciamos que las elecciones municipales no iban a resolver nada, sino más bien iban a demostrar nuestra auténtica realidad política
La democracia se convierte en un arma peligrosa en manos de los corruptos y los caciques, cuando no hay nadie que sea capaz de denunciarlos, cuando el sistema de garantías no funciona, cuando se considera que con el requisito de una votación es suficiente para definir algo como democrático, la democracia se transforma en demagogia.
No es así, la democracia solo funciona con transparencia y limpieza, con honestidad, con rigor y ética, con legitimidad, con tolerancia a la pluralidad, con igualdad como punto de partida. Todas esas cosas son imprescindibles, y en este partido las hemos perdido o nos las han hecho perder.
La democracia es un todo, no admite fragmentaciones, ni interpretaciones, ni por supuesto secuestros intencionados o instrumentalizaciones autoritarias.
Maestro Boadella, Ciudadano Ubú se pone a su servicio, una palabra suya bastará sanarnos. Quiero seguir soñando que su palabra llegará algún día, acompañada de una sonrisa de complacencia, porque todo lo que entraña Ciutadans ha sido posible.
Lo digo como lo siento, me costaría mucho más dejar de creer en Albert Boadella, que en Ciutadans. Por que Boadella es una persona íntegra, y Ciutadans, una extravagante entelequia malparida, huera, inane y frívola.
Boadella se enfrenta una vez más a la estupidez dogmática, sectaria, corrupta y festiva de la política española. En esta ocasión lo hace contra el engendro en que se ha convertido ciutadans. Pero no está solo en esta batalla, los ciudadanos de la corriente zanahoria estamos a su disposición, maestro.