miércoles, 6 de junio de 2007
El libro naranja de Ciudadano Ubú: Pelo de Zanahoria
Los numerosos y dispersos seguidores de Ciudadano Ubú, que se ubican alrededor del planeta, tras asamblea general-virtual, han decidido autoproclamarse desde este mismo instante como agrupación política, lo que se conoce vulgarmente como corriente dentro de nuestro partido, seremos la corriente zanahoria.
El emblema de nuestra aglomeración de ciudadanos será a partir de ahora este tubérculo tan apreciado por los conejos, como Bugs Bunny, por ejemplo. Así, nuestros dirigentes podrán localizarnos con facilidad, ahora que parece que han comenzado a perseguir a Ciudadano Ubú presentando denuncias y esas cosas que se les ocurren a los demócratas cuando son expuestos a la libertad. Están muy preocupados, por algo será.
Las razones de la elección de este nombre, son muchas y variadas. La primera que nos ha llamado la atención es el nombre culto de esta singular raiz: daucus carota, y que parece ser que proporciona protección contra los carotas, como los ajos contra los vampiros. Otra de las razones es su nombre catalán: pastanaga, que con un simple juego de sílabas nos queda en pastagana, y también parece haber mostrado sus propiedades contra la corrupción económica. En algunos lugares de España, también se conoce como pene de cuco, esto que cada uno lo interprete como bien le parezca
Pero la razón última de nuestra decisión, para denominarnos como corriente zanahoria, es un libro singular, PELO DE ZANAHORIA, de Jules Renard, aquel autor que escribió frases inmortales como la que viene a continuación: "no basta con ser feliz,también es necesario que los demás no lo sean"
Pelo de Zanahoria es una obra singular, que puede compararse sin desmerecer en nada a la Biblia, el Corán, los Vedas, el Talmud, o el Tao-Te-Kin. En el ámbito de la política, nos recuerda a las obras singulares de los grandes líderes carismáticos el libro rojo, el mein kampf, el manifiesto comunista, los diarios de Bolivia del Che Guevara, el camino de servidumbre, y el Hola.
Compañeros, os dejo una sinopsis de su argumento, para que veais de que va la cosa, Pelo de Zanahoria es la biblia de Ciudadano Ubú:
Pelo de Zanahoria debe su nombre al de la casa donde Renard pasó su primera infancia, hacia 1870, y donde vivió doce años de infelicidad sin tregua. Pero Pelo de Zanahoria también es él, el pequeño Jules, melancólico y brutal. Al igual que Historias Naturales, Pelo de Zanahoria está compuesto a modo de secuencias o viñetas sin continuidad aparente en las que rememora la campiña, esa campiña de verdín en los muros, orinales fríos y velas que se apagan en la casa donde vivía con sus dos hermanos mayores (Ernestine y Félix, taimados y distantes) y sus padres, los señores Lepic. Mamá Lepic merecería por sí sola en un tratado académico de antipedagogía.
De una perversidad casi cómica, casi enternecedora, compone la voz de fondo que se escucha a lo largo de toda la obra. Mamá Lepic genera mala saña con una comicidad que hiela la sonrisa; una crueldad que recorre la mesa de la cena como se pasa el pan de mano en mano y que Pelo de Zanahoria, por alguna razón, recibe de una buena gana un poco aterradora. Si es la madre la que al principio de la obra llega a estremecer (Papá Lepic se limita a mirar desde una esquina), a medida que avanzamos en el texto descubrimos que esa mala sangre acaba aflorando también en el pequeño y solitario Pelo de Zanahoria. Lo descubrimos en capítulos como el de Las mejillas rojas, en El topo.
En El gato describe sin pestañear cómo le revienta la cabeza a un gato de un disparo por el sólo gusto de verlo morir y luego se duerme abrazado al animal, cara a cara, agotado, y sueña: «Los pedazos del gato llamean en las pequeñas redes a través del agua transparente».
El resto de los capítulos son de este calibre, líricos y mortales y disparan contra todo lo que le rodea: la casa, el colegio, las partidas de caza, la expulsión de la criada Honorine (quizás la mejor de las viñetas), las conversaciones demoledoras con Papá Lepic.
Renard es implacable, es poético hasta provocar lágrimas y mordaz siempre, y desde luego no perdonó a nadie en su vida o al menos en su literatura. Ni siquiera a Pelo de Zanahoria.
Esta obra plantea el problema de la educación al revés, cuando describe las difíciles relaciones de su protagonista con su madre, Madame Lepic, modelo desmitificado de autoritarismo e incomprensión, pues Jules Renard, pelirrojo, austero y campesino (aunque no de familia humilde, como se dice aquí en la solapa), no la quiso nunca y no la perdonó jamás, como tampoco a su suegra, y se llevó mejor con su padre, que se suicidó a causa de una enfermedad incurable (y quizá también su madre, que apareció ahogada en el pozo de su jardín).
Todos decimos en algún momento que nos gustaría ser niños toda la vida… Después de leer Pelo de zanahoria de Jules Renard, volvemos a sentirnos como aquella chiquilla solitaria a la que le tiraban bolas de papel cuando el profesor se daba la vuelta en clase… No. Nos quedamos adultos.
No estamos seguros si todos deberíamos leer este libro en el que recordamos que ser niño no es sinónimo de ser feliz, pero sí sabemos que no todos nuestros pequeños deberían leerlo. Pelo de zanahoria es un muchacho que rechaza su mundo y se revela intentando ver la parte más divertida de todo lo que le rodea…, tarea harto complicada para un muchacho repudiado por su madre, ignorado por su padre, y con unos hermanos que hacen de él el títere de sus burlas.
El ingenio, optimismo y su progresiva testarudez hacen que la historia de Pelo de zanahoria nos conmueva y perturbe tanto que nos planteamos si es un libro de niños para adultos o de niños para adultos que quieren ser niños, como subraya Ana Maria Moix en el prólogo. Una reedición rescatada de 1894 en la que el francés Jules Renard hace un recorrido casi autobiográfico de su humilde infancia.
Jules Renard dijo en cierta ocasión: "Soy y seré siempre un campesino",lo que repitió continuamente a lo largo de su vida. El propio Sartre le dedicó un largo trabajo en 1946 ('El hombre amarrado', en Situaciones) a una reedición póstuma del Diario, donde es concluyente: "Es el creador de la literatura del silencio", un "realista a su pesar", heredero y reflejo de su retórica latinista y rural, aunque amarrado por su fondo burgués, teñido de amargura y nostalgia, con lo que rompía al final sus esquemas aspirando a una "cinta roja" (la Legión de Honor) o a la Academia Goncourt.
Un regalo muy especial para la nostalgia.
Vamos a divertirnos, TODOS.
Somos ciudadanos, somos únicos
Únete a la corriente zanahoria, Ciudadano