sábado, 16 de mayo de 2009

Tannhäuser Rivera


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Pues me han contado que el niño está al borde del delirio, con más urgencia por sacarse una foto con Declan Ganley que Zapatero con Obama, y que no se ha tomado nada bien lo de que le quiten sus antiguos compañeros, Robles y Domingo, la presidencia del grupo mixto catalán, por lo del coche oficial y los 51.000 euros anuales que ha perdido al degradarlo.

El niño ha estado tan ocupado haciendo cursos en Estados Unidos de cómo engañar al prójimo, que no ha tenido tiempo para admirar las óperas de Wagner, y los diputados, mudito y bambas, tampoco, porque se han dedicado a la organización del partido, para hacerlo un PSC multicolor, como el mundo de la abeja Maya, en el que ellos sean los héroes mundanos del no nacionalismo, reconocidos por alguien más que la masa de borregos que les acompaña a todas partes.

Otra cosa sería si este triunvirato de lerdos se hubiera dedicado a conocer la cultura alemana, por aquello de lo que es una nación, pero la ignorancia y la estupidez son los principales requisitos para triunfar en la política española, sobretodo en la catalana.

Así que desconocen el conflicto en el que se dirime Tannhäuser Rivera, porque si bien sabe que Venus Ganley le ofrece todo los placeres terrenos, no sabe si le aceptará en su más precaria desnudez, si los cazadores de almas se rebelan ante su pecado de yacer con la diosa pagana por su propio bienestar. Ni aunque haga su peregrinación para expiar sus pecados de soberbia y codicia. Los principios son los principios y los finales, los finales. Y los no nacionalistas de centro-izquierda catalanes son muy leales al todos juntos, reunidos, nos hacemos con los partidos y ya tienen la vista puesta en el Partido de Rosa Díez, donde les esperan sus antiguos compañeros del PSC con los brazos abiertos.

Pero Tannhäuser Rivera juega con su última baza, su encanto personal, su verbo ágil, y el amor de Elizabeth –Ciudadanos, dos autobuses- que nunca le ha fallado –bueno, eso es lo que piensa él, pero a la formación naranja le ha ido de mal a mucho peor con su servicio-.

¿Podrá Elizabeth Ciudadanos convencer con su amor a la multitud –los electores- que lo de Venus Ganley ha sido un equívoco, no suficientemente explicado?. Posiblemente no, pero igual puede hacerlo con su tío, el landgrave Durán –magnífica semántica de De Carreras, ese paladín del ibarretxismo-, aunque éste le impondrá a Tannhäusser Rivera, en redención por sus pecados que peregrine otra vez a Estados Unidos, y que se saque una foto con Obama como sea. Sólo así recibirá el reconocimiento de Ganley, el perdón del partido y la reconciliación con “la famiglia”.

Así, que entre el no nacionalismo catalán de Robles y Domingo y las veleidades €uropeas de Tannhäusser Rivera, la pobre Elizabeth Ciudadanos se acaba muriendo de melancolía, orando a Boadella por su perdón, mientras su amado, no acaba de llegar del viaje a América, y sin saber que no ha logrado la foto con Obama, porque los báculos no pueden florecer –la vida no surge de lo muerte-. Harapiento, a pie –le han quitado el coche oficial-, sin carisma, ni aureola, avejentado por el fracaso al que no está acostumbrado, Tannhäuser Rivera sólo quiere yacer en los brazos de Venus Ganley, que se aproxima a él, sin que sus próximos puedan impedirlo, sabiendo que le arrastra a la perdición, pero en ese instante aparece el cortejo con el féretro de su amada, Elizabeth Ciudadanos y el trovador pronuncia su nombre, lo que hace que la diosa afortunada se desvanezca. El dolor que le produce la muerte por amor de su leal partido, gracias a sus muchos errores, hace que fallezca allí mismo, sobre el ataud naranja –una muerte política, histriónica, y heroica, como debe ser -. Poco después, un grupo de peregrinos se aproxima con báculos ornados de flores magenta y una pancarta que dice: "yes, we can", y una foto dedicada de Barack Obama para ese magnífico portento que es Tannhäusser Rivera. Demasiado tarde para la vida, pero demasiado pronto para la historia.

Mira que te lo dije, Albert, si hubieras tomado más zanahorias no te habrías quedado ciego de poder, y podrías haber sido un buen lazarillo del Ampurdán, o un perro labrador bien adiestrado en catalán. Que la política, si solo te soportas en tu propio narcisismo, un día se torna y te expulsa del Paraíso Parlamentario, al final has demostrado ser muy tonto, tan listo como te crees. No se puede tirar de los principios como si fueran de latex, por qué son humanos.

Escucha la obertura que te ofrezco, e intenta comprender la música de gloria que acompaña a los héroes (nunca a los villanos) y que hoy has perdido toda oportunidad de que te acompañe algún día, entre las ruinas del Espíritu del Tívoli, que tuviste el honor de representar y mancillaste sin recato alguno, por tu frenética y endiablada ambición.

Otro día te cuento el argumento de otra ópera de Wagner que se titula:“El holandés Errante”, a ver si aprendes algo que no sea robar las ilusiones y las esperanzas a los demás, al descuido, con alevosía, en plena impunidad y no te deprimas, la vida continúa. Te deseo que sufras eternamente por tu soberbia y vanidad, por haber maltratado y vejado a tantos buenos compañeros como tuviste, pero que tu enorme egoísmo te impidió conocer. Por último, decirte que estoy disfrutando mucho viendo lo deprisa que se aproxima tu final político.


Ciudadano Ubú, tu enemigo más leal